"Algunos feligreses han dejado la parroquia por este asunto", confiesa Seeton, "pero muchos que se mostraron molestos con la obra también se han quedado, y no tenemos intención de quitar el crucifijo". La posición de Seeton ha sido respaldada formalmente por Edward Weisenburger, arzobispo de Oklahoma, que tampoco vio nada mal con el retablo.
No obstante, numerosos feligreses han manifestado su indignación por una obra que ven como una "sexualización del señor".