RFID: el microchip en el pasaporte y la pérdida de las libertades individuales. Los delitos del futuro

Un escenario en el que toda la población de un país contenga microchips RFID implantados no solo ampliará el espectro para un potencial monitoreo de ubicación, hábitos de consumo, etc. También conllevará el necesario surgimiento de dos nuevas categorías de criminales: los primeros, tecnológicamente educados (y que podrían pertenecer o prestar servicios a una suerte de nueva clase dominante), se ocuparán del robo de identidades y del dinero electrónico almacenado en los circuitos personales. Una segunda categoría bien podría dedicarse a extraer los chips por la fuerza a sus víctimas, cuando no operen seccionando el miembro del portador para luego extraer la unidad y venderla a los individuos situados en el primer grupo. Una tercera clasificación de personas podría proporcionar el servicio de remoción de chips en forma clandestina (suponiendo que carecer del dispositivo sea declarado ilegal), para aquellos que deseen evitar ser monitoreados.