Las premisas lógicas encajadas en las declaraciones del profesor Nicolelis y en los artículos de las noticias de los sitios Viomundo e Fórum no podían ser más obvias:
1) Decir cualquier palabra contra el homosexualismo, aun de manera genérica y alejada de cualquier amenaza, es incitación a la violencia, cosa indigna de personas que se dicen cristianas.
2) Un ciudadano esclarecido, amante del debate libre y democrático, debe reaccionar a estas opiniones mostrándose en público como víctima inminente de un atentado, llamando a la policía y haciendo que los miserables opinantes sean perseguidos como bandidos, acosados como ratas.
Con la exagerada reacción lo que se busca es llevar al público a creer “de ojos cerrados”, que los violentos son aquellos que emitieron opiniones, no aquellos que movilizaron contra ellos la fuerza armada del aparato represor.
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