Soy cristiano, pero no lo entiendo. Hemos ofrecido a la Iglesia que impartiese su doctrina en la ermita de por vida... que firmamos lo que sea necesario. Pero ellos sólo quieren la propiedad', denuncia Calderón. 'Si Cristo levantara la cabeza, la bajaría al ver lo que han hecho', afirma.
117 municipios navarros reclaman 1.086 bienes a la curia española
Los vecinos ganaron el juicio gracias al amplio archivo documental que guardan. En uno de los documentos presentados por el abogado Jerónimo Álvarez, fechado el 15 de noviembre de 1826, se reconocía a un vecino, Juan Martín Navarcorena, 'para el gobierno de dicha ermita y distribución de la limosna que se recaudare', además de la 'custodia' de las llaves. Entre los firmantes no aparecía ningún miembro del clero. Ni el párroco, ni el abad.
Otro informe de 1939 detalla que, tras el destrozo que sufrió la ermita durante la Guerra Civil quedó en ruinas, el pueblo de Garísoain la reconstruyó sin financiación de la Iglesia, 'en auzolan' [en euskera, un sistema de financiación comunal, no de donaciones]. El texto, puntilloso, detalla incluso el carro de bueyes y el número de vigas que se utilizaron. Del clero, ni rastro.
El resto de propiedades de Garísoain envueltas en la polémica eran dependencias municipales que, antaño, el pueblo tuvo que habilitar si quería que un cura fuese a impartir su doctrina, recuerdan los vecinos. "Estas serán más complicadas de recuperar porque la Iglesia ya las ha registrado", lamenta Calderón. Estas inscripciones fueros posibles gracias a la Ley Hipotecaria de Franco de 1946, que el PP adaptó en 1998 para que la Iglesia pudiese registrar propiedades sin tener que acudir a un poder público, como ocurre en el resto de casos. Así, si un obispo da fe de que un bien pertenece al clero, el Gobierno no le exige la ratificación de un juez. Con este poder, la Iglesia ha llegado a registrar catedrales mantenidas con dinero de los vecinos, como la de Pamplona en 2006, por 30 euros.