Revuelta árabe: los temores de Israel

En su desesperación por atribuirle un motivo externo a las crecientes manifestaciones opositoras en su contra, los dirigentes de Libia, Muammar Gaddafi y de Yemen, Alí Abdalá Saleh, agitaron fantasmas poco efectivos. El primero señaló a jóvenes “drogados” por la red de Al Qaeda, que desearía instaurar un “emirato islámico” en el país norafricano; y el segundo acusó directamente a Estados Unidos e Israel de promover la desestabilización en los países árabes. Gaddafi no se ha retractado de sus declaraciones, más bien las ha escalado, llamando “ratas” a sus malquerientes y convocando a sus leales a impedir “una nueva colonización”. Pero Saleh se apresuró a disculparse con Washington y de paso con Tel Aviv, apelando al manido recurso de que sus palabras fueron “malinterpretadas”. Y es que el líder yemenita, él sí señalado de dar cobijo a elementos de Al Qaeda, recibe desde hace años millonarios recursos para combatir al terrorismo islámico.
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