O sea, que oponerse al aborto y proponer que se ayude económicamente a las mujeres que trabajan para su propio hogar es intolerable; en cuanto al distanciamiento de la Unión Europea, los grupúsculos nacionalistas de extrema izquierda que tanta gracia le hacen a ese periódico lo que piden directamente es que salgamos de la Unión Europea (y de la OTAN, claro). Por último, supongo que el gran pecado de la llamada 'ultraderecha' es reclamar un mayor control de la inmigración, algo de puro sentido común a la vista de los resultados que el descontrol inmigratorio ha producido en tantos países, empezando por el nuestro, por más que se pueda disentir sobre la forma de corregir esta situación.
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que si tan escandalosas son las ideas de la ultraderecha europea, no se entiende cómo no lo son las de los grupos nacionalistas y/o de extrema izquierda que proliferan por nuestro país y que reciben a diario la comprensión, cuando no el aplauso, de los medios de comunicación portavoces de lo políticamente correcto. En realidad, lo escandaloso es que nos podamos llegar a tragar esta burda estrategia de demonizar determinadas ideas, por lo menos tan respetables como las de la corrección política 'progre', por el sencillo expediente de identificarlas con grupos políticos a los que se presenta como execrables por su estética, el perfil de sus dirigentes u otros accidentes externos similares.
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