El asalto a al-Ramishi, cuya lengua fue cortada, ha sido totalmente ignorado por los medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos en Occidente. Incluso los medios de comunicación en el mundo árabe, que son controlados por regímenes árabes represivos, ha ignorado la tragedia del poeta yemení. Del mismo modo, los medios de comunicación internacionales miran hacia otro lado mientras se cometen crímenes casi a diario contra los cristianos y sus iglesias en Egipto, Siria e Irak.
El silencio sobre estos ataques espantosos sólo sirve a los intereses de los autores y les anima a llevar a cabo más crímenes en el futuro. ¿Cuantos medios de comunicación en América del Norte y Europa han informado sobre el caso del maestro copto Metri Ayman, en Egipto, que ha acusado a fundamentalistas musulmanes de cortarle la oreja y la quemarle su casa?
¿O el caso del fotógrafo palestino cuyos dos brazos fueron rotos por los matones de Fatah en la Ribera Occidental, ya que no les gustaban sus fotos y opiniones políticas?
A los que no le gustaba el poema de al-Ramishi simplemente podrían haber publicado una nota de protesta, criticarlo o incluso burlarse de él por alabar a un dictador. Pero eso no suele ser el caso en la mayoría de los países árabes, donde se considera la violencia y el terror como arma legítima para silenciar las críticas y/o cualquiera que se atreva a expresar una opinión diferente.
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