Si Dios no existiera.

Los miles de misioneros -doscientos setenta son riojanos- que malviven en ese mundo tercermundista ¡porque quieren! lo hacen por su profunda y entrañable convicción de que Dios existe, más aún, de que Dios les pide se vuelquen de por vida, y generosamente, en favor de los más desgraciados para ayudarles a salir de la miseria.
Y lo hacen hasta la muerte. No hay ningún colectivo humano que tenga tantos mártires como el colectivo de misioneros, empeñados -porque creen que Dios existe- en convivir con hombres y mujeres asesinados en guerras terribles, siendo otra su raza y otra su religión, como si de auténticos hermanos se tratara.
Y aquí, en mi queridísima España, ¿no son los voluntarios del Proyecto Hombre -una iniciativa de los que creen que Dios sí existe- los que consideran a los adictos a la droga, no como «drogatas», sino como «enfermos de droga con derechos a tratamiento médico»? ¿Y no pasa lo mismo con los cientos de creyentes en Dios que abrieron los primeros centros para que los mayores marginados de este mundo, los enfermos de sida, tuvieran la oportunidad de rehacer sus vidas?
El último número de una revista hecha por creyentes entrevistaba al religioso 'Padre Patera', un hombre que se está afanando hasta la extenuación en dar comida, cama, afecto y acogida, a todos los que se juegan la vida para venir a España «a lo que salga».
¿Alguno de mis lectores cree en serio que eso se puede hacer por amor al arte o, sencillamente, porque sí? Pues no señor. Nadie es tan tonto como para meterse en esos embrollos porque sí. O se hace por amor a Dios o no se hace de ninguna manera. Y solamente aman a Dios aquellos que, como mínimo, están convencidos de que Él existe.