La razón por la que el movimiento de derechos homosexuales ha logrado tener a tantas personas que apoyan su causa es sencilla: porque una vez que el tabú es abrogado, no queden tabúes. Una vez escuché a un episcopaliano heterosexual ponerlo de esta forma: Si no quiero que la iglesia se meta en mi cuarto, ¿cómo puedo condonarla cuando limita la libertad sexual de los homosexuales? Esto puede sonar extraño, pero si todavía cree que el debate se refiere al estatus religioso de las relaciones sexuales homosexuales, por favor prepárese para señalar alguna iglesia en algún lugar de Estados Unidos que haya abierto sus puestas a homosexuales activos sin haberlas abierto también a toda forma de parejas sexuales imaginables. Soy demasiado viejo para ser engañado por el "Padre" McNeill y sus abstracciones. Muéstreme.