Lo desvelaba La Gaceta en fechas recientes: un documento de 192 páginas elaborado por el Ministerio de Sanidad. Un plan que viene a desarrollar la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que se debate todavía en el Parlamento. La definición que dio en 1975 la Organización Mundial de la Salud sobre salud sexual ha quedado totalmente ninguneada.
Se ha sustituido por otros enunciados, perfeccionados por el feminismo radical. Así el objetivo del Gobierno es promover una salud sexual vivida de una manera “integral, autónoma, diversa, igualitaria, placentera y respetuosa”. Se omiten otros comportamientos esenciales para la mayoría de los mortales: complementaria, exclusiva, recíproca, de donación, responsable, madura y afectiva. Y ¿qué se entiende por diversa? ¿Entre adultos y niños, adultos y animales, animales y niños? Todo cabe con tal de que sea placentera.