Así, Brown considera oportuna la legislación británica y teme que los posibles cambios ejerzan "presiones" sobre "los frágiles y vulnerables que pueden sentir su existencia como una carga para los demás". Teme además que se produzca una "inevitable erosión de la confianza en los profesionales sanitarios si tienen capacidad para terminar una vida".
En lugar de redactar un nuevo texto normativo, Brown abogó en su artículo por "minimizar" los temores de la población "a una muerte dolorosa" y hacer ver a las personas mayores que no representan una carga para la sociedad o sus familias.