Sexo, condones rotos y Wikileaks

Dos evidencias más de hasta qué punto Julian Assange es una amenaza real para el poder económico y militar de la primera potencia mundial. La primera: un banco suizo ha decidido cancelar la cuenta donde Wikileaks recogía donaciones para su defensa legal porque Assange no vive en Suiza y, como todo el mundo sabe, sólo los ciudadanos de este paraíso fiscal pueden abrir cuentas allí (ja, ja).
Assange, parece ser, no es lo bastante narcotraficante, lo bastante corrupto o lo bastante nazi como para merecer la protección del afamado secreto bancario suizo. La segunda: la policía británica lo ha detenido por un confuso caso de supuesta violación en Suecia que está pendiente desde verano pero que, curiosamente, en los últimos diez días se ha convertido en prioritario para la Interpol.