Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región comenzó a gritar y a decirle:
¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.
Él, respondiendo, dijo:
No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!
Respondiendo él, dijo:
No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.
Ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Entonces, respondiendo Jesús, dijo:
¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres.
Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Mateo 15:21,28 (Mc 7.24-30)
Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Mateo 15:21,28 (Mc 7.24-30)