Entró Jesús en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo:
«Escrito está: "Mi casa, casa de oración será llamada", pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones».
Y en el templo se le acercaron ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: «¡Hosana al Hijo de David!», se enojaron y le dijeron:
¿Oyes lo que estos dicen?
Jesús les dijo:
Sí. ¿Nunca leísteis: »"De la boca de los niños y de los que aún maman, perfeccionaste la alabanza"?
Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se quedó allí.
Mateo 21:12,17 (Mc 11.15-19; Lc 19.45-48; Jn 2.13-22