Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo:
¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
La gente los reprendía para que callaran, pero ellos clamaban más, diciendo:
¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
Jesús, deteniéndose, los llamó y les dijo:
¿Qué queréis que os haga?
Ellos le dijeron:
Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
Entonces Jesús, sintiendo compasión, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista y lo siguieron.
Mateo 20:29,34 (Mc 10.46-52; Lc 18.35-43)