Cuando Jesús supo esto, se retiró de allí. Lo siguió mucha gente, y sanaba a todos, y les encargaba rigurosamente que no lo descubrieran, para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías: "Este es mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien se agrada mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio.
No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz.
La caña cascada no quebrará y el pábilo que humea no apagará, hasta que haga triunfar el juicio.
En su nombre esperarán los gentiles"
Mateo 12:15,21