Mientras en España el debate político sobre el aborto se centra en ver cómo se hace pasar ante la opinión pública, sin que se note demasiado, el sometimiento de la Justicia a la ideología de turno, nos llega desde Italia una noticia que supone una bocanada de aire fresco.
El Parlamento italiano ha aprobado una moción que obligará al Gobierno del país transalpino a proponer ante la Asamblea General de la ONU una resolución que condene la utilización del aborto como instrumento de control demográfico y afirme el derecho de cada mujer a no ser obligada a abortar, favoreciendo políticas que ayuden a erradicar las causas económicas y sociales del aborto. La propuesta ha sido apoyada por la Unión de Demócratas Cristianos y Demócratas de Centro e incluso por algunos miembros del principal partido de centro-izquierda, el Partido Demócrata, y ha sido posible gracias a la iniciativa del político italiano Rocco Buttiglione.
El mero hecho de que se haya presentado sienta ya un interesante precedente y propicia la reflexión sobre el compromiso de los católicos en la vida pública, y más concretamente en la vida política. En Italia, la valentía, la coherencia y el coraje que Buttiglione ha vuelto a poner de manifiesto, lo han hecho posible. En estas circunstancias es inevitable preguntarse por la posibilidad de que algo así pueda llevarse a cabo en otros países y por lo que pasaría si algún valiente diputado español osase proponer en nuestro Parlamento una iniciativa semejante.